29 mar 2011

Grüß Gott!

La semana pasó tranquilamente. Muy tranquilamente, ya que la mayoría de cursos hacían exámenes, y no he tenido muchas de las clases. Lo mejor de todo ha sido poder disfrutar de unas temperaturas en general más que agradables, e incluso poder disfrutar de un Eiskaffee en una terracita, el miércoles por la tarde con Miriam y con Sandra.
Pero sin duda, lo mejor fue el fin de semana, pese o incluso con el cansancio.
El viernes por la tarde, tras fregar las cosas del desayuno y de la comida, nos fuimos a la universidad a imprimir las tarjetas de embarque para el viaje a Munich. Después, cuando llegué a casa de nuevo, me eché un rato. Mi idea era dormir toda la tarde, pero me desperté al poco rato. En cualquier caso, quería dormir lo máximo posible ya que nuestro vuelo salía el sábado a las 6.45 de la mañana, y para poder llegar a tiempo teníamos que salir de casa a la 1 de la mañana, aproximadamente. También fue mala suerte, ya que teníamos que coger último metro del horario normal, a las 1.12, ya que nuestro tren salía a las 2.16 y el siguiente metro, de los nocturnos de fin de semana, nos dejaba en la estación con tan solo un minuto para llegar al andén. Lo que era, a todas luces, imposible. Así que llegamos a la 1.20 a la estación, y estuvimos haciendo tiempo hasta las 2, Carlota, Sandra y yo. Laura, que también venía, cogió el tren una hora más tarde, a su paso por Duisburg. Poco antes de las 3.30 llegamos a Düsseldorf (nota: con un tren de los Regionales, el trayecto Bochum-Düsseldorf son unos 37 minutos, con el S-Bahn que cogimos -por la noche no circulan los Regionales- el trayecto dura 77 minutos). De ahí, cogimos otro S-Bahn hasta Köln, un poco menos de una hora de trayecto (en S-Bahn). Y de Köln, un tercer tren hasta el aeropuerto. Total, llegamos a las 4.55 de la mañana al aeropuerto de Köln-Bonn. Y con la típica tontería de cuando estás muerto de sueño. De lo malo, nos pasamos el trayecto muertas de risa.
En el aeropuerto, poca cosa. Pasamos el control de seguridad y nos sentamos a esperar en la puerta de embarque hasta que nos llamaran. Y una vez en el avión, no recuerdo ni haber despegado. Lástima, bueno "lástima", que el vuelo solamente dure una hora, no me habría venido del todo mal dormir un rato más. Aterrizamos hacia las 8 de la mañana en Munich, y nos fuimos al albergue que habíamos reservado, a unos 10 minutos en metro del centro. La verdad es que, por poco, no pudimos entrar ya a la habitación. Pero bueno, dejamos nuestras maletas en la sala de equipaje, y nos fuimos a la ciudad. Y tuvimos toda la suerte del mundo, porque nada más llegar a Marienplatz, nos encontramos con los del Free Tour, una empresa que organiza tours por diversas ciudades, y gratis. Bueno, pagas al final lo que quieras. Así que, nos apuntamos, y nos pasamos la mañana conociendo los lugares más importantes de la ciudad. La verdad es que me encantó el tour, me pareció súper interesante y entretenido. Después, nos fuimos a comer a un sitio cerca del centro, con el guía (Pablo, de Granada) y dos argentinos que estaban de turismo por centro Europa. Después de comer, y de dar un paseo, nos fuimos al albergue para hacer el check-in y dejar las maletas en la habitación. Y después de eso, me volví al centro, ya que había quedado con Rafa y con Ade (amigos de mi Erasmus) para tomar una cerveza en la Hofbräuhaus, una de las cervecerías más típicas de Munich. Nos sentamos con dos chicos de allí, y nos reímos un montón. Después, cuando ellos se fueron, volví con Carlota, Laura y Sandra para cenar algo. Y de ahí, a dormir, que buena falta nos hacía.
La hora que nos quitaron del sábado al domingo se notó. Bastante. Pero nos levantamos, y nos fuimos al centro, ya que a las 10.45 salía el tour al Memorial de Dachau, el antiguo campo de concentración, organizado por la misma empresa. Esta vez, nos llevó Xavi, de Barcelona. Dachau es sencillamente impresionante. Dicen que es uno de los mejor conservados. La verdad es que solamente la exposición que tienen es suficiente para dejar a cualquiera con mal cuerpo durante varios días. Eso, sumado al búnker y la cámara de gas... Pero es una visita que merece mucho la pena.
Después, una vez de vuelta en Munich, nos tomamos un café en el Starbucks, y como llovía y estaba fresco, nos metimos en un tren a hacer tiempo hasta la hora de la cena. Esta vez, fuimos a otra cervecería, el Agustiner Keller.
El lunes por la mañana, aprovechamos para ver alguna cosa que nos faltaba, como el estadio del Bayern de Munich, el Allianz Arena, el Englischer Garten, la Universidad... Y después, fuimos a recoger las maletas, a comer y al aeropuerto. Y ya, poco más que contar. Llegamos a Köln-Bonn de nuevo, y hacia las 21.00 a casa.
Munich me ha encantado. Hasta la fecha, la ciudad que más me ha gustado de las que conozco de Alemania. Tanto por la parte monumental, como por la parte histórica, como por la vida que tiene la ciudad. Espero poder volver pronto. 

1 comentario:

  1. No sé si recordarás que ya desde tu erasmus te recomendaba visitar Munich... y ha tenido que pasar todo este tiempopara que lo hagas. Menos mal que las recomendaciones de visitas si me las aceptado (en particular HB y Augustinus keller)

    ResponderEliminar